El inmenso mar
informativo, y las millares de formas de acceder a él sin ser visto,
conservando el nombre y procedencia en el anonimato, permite, que información
privada se haga pública sin el mayor riesgo (para quien pública). Esto es claro
para muchos estudiantes de colegios élites en Bogotá. Y se está convirtiendo en
un problema generacional, que ha de hallar una solución rápida para no
desembocar en una carrera contra el tiempo.
Hay una
pregunta que me surge, ¿el amor será tan cruel de pedir pruebas tan maléficas?,
y todo porque nuestra generación, alcanzo a encontrarse en un tiempo con esta
misma frase, y no era pues que uno se empelotara y mostrará su cuerpo
“vendiéndolo”, ¡tenía que entregarlo! Viéndolo de esta forma, se podría decir
que esta “pruebita” ha evolucionado para adaptarse a la era cibernética.
Lo que en
realidad causa escalofrío no es la desnudez, por que por más que se estigmatice
-y sea refugio de pervertidos- no deja de ser hermosa; aquí lo que causa estremecimiento
es la edad de estos chicos, ¿por qué un niño o una niña llega a acceder a este
tipo de peticiones?, ¿será que el autoestima de nuestros hijos está pendiendo
de un hilo o hace falta restricciones, educación, valores, ejemplo?
En casa debe
estar la respuesta. Por que en Internet vemos los resultados. No sobran los
ejercicios pedagógicos en los colegios, -aunque en ellos no se haya levantado
ningún caso denunciado-, no queremos que los resultados de estos ciberjuegos
infantiles, sin normas y sin control sigan pasando la raya, y terminemos
tratando de remediar un mal que no se frenó a tiempo y las consecuencias cobren
la vida a causa del “ciberbullying”.
Por: Mónica
Mahecha
No hay comentarios:
Publicar un comentario