martes, 20 de noviembre de 2012

Editorial de la semana


¿Cómo acatar un fallo que atenta contra nuestro país?


La pregunta es: ¿acaso en la alta corte internacional, aparte de juicios de papel, no hay cabida al sentido común?, o ¿se quería favorecer a Nicaragua dándole acceso a recursos petrolíferos que se hallan en el mar que hoy es de su propiedad según el ente regulador?
A Colombia la sacaron de “taquito” dándole el pedazo de tierra en disputa, Nicaragua no quería hacerse cargo de la población sanandresana, quería lo que obtuvo: Petróleo, gas y pescado.  Bien podemos decir que a la corte internacional no le interesan estos asuntos, corresponderán a las responsabilidades de cada Estado; pero, ¿dónde quedó el estudio etnográfico?, un ente de justicia del nivel de la Haya no puede desconocer que al quitarle mar a las islas están violando el derecho a sus habitantes de pesca libre tras siglos de tradición pesquera.
Precisamente esta es la falta de sentido común. Un juicio de esa magnitud, no puede desconocer que los habitantes de estas islas necesitan del mar que los rodea; a partir del mar empieza sus vidas, es allí donde se pierde la mirada al horizonte con el ingenuo pensamiento de inmensidad sin límite, cada Sanandresano, cada colombiano que lo mira lo siente suyo, ¿cómo ha de cambiar el sentimiento si ya no es nuestro, es de otro –quizá más adelante les tocará a los que hoy son pescadores comprar pescado importado-. Además, que cerca de un ochenta por ciento  de los ingresos alimenticios y económicos de los isleños salen del mar; si de algo viven la gran mayoría de sanandresanos es de la pesca de langosta y pescado rojo que extraen del mar, que hoy amaneció siendo de Nicaragua, cuando siempre fue de Colombia
Efectivamente ayer Nicaragua no tenía nada, y hoy amaneció acreedora de un inmenso tesoro colombiano. No es el momento de show mediáticos, como la supuesta petición de renuncia de la canciller María Ángela Holguín; es el momento de encaminar esfuerzos conjuntos por intentar revocar ese fallo tan perjudicial para el país; y el respaldo del ex presidente Uribe de desacato resulta pertinente en un momento tan crucial – hacerlo o no, depende de la seguridad que tenga Colombia para contraatacar la sentencia emitida-. Colombia tiene con qué hacer caer ese fallo. Aun, sin ánimo de emitir juicios, la comisión de defensa de Colombia ante el tribunal de la Haya debe redoblar esfuerzos para enmendar el daño que hoy todos lamentamos, es decir, ahora si tocó empezar a trabajar con compromiso. 

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